En un emocionante desenlace de las 24 Horas de Daytona 2024, el piloto de Lloret de Mar, Miguel Molina se erigió como protagonista indiscutible al lograr una destacada segunda posición en la categoría GTD. A los mandos del potente Ferrari 296 GT3 del AF Corse, Molina deslumbró con determinación a lo largo de una competencia que mantuvo a fanáticos y expertos en vilo hasta el último momento.
Desde las primeras horas de la maratón automovilística, Molina se posicionó como un contendiente serio por la victoria. En el transcurso de la carrera, el piloto oficial de Ferrari en el Mundial de Resistencia demostró un rendimiento excepcional, llevando su Ferrari número 21 a la caza del líder de la categoría GTD. La intensidad alcanzó su punto álgido a falta de tan solo 11 minutos de las 24 horas, cuando Molina se encontraba a menos de un segundo del Mercedes AMG GT3 de Daniel Morad.
Con maestría, Molina gestionó hábilmente su estrategia y mantuvo un ritmo impecable en las vueltas finales. A pesar del esfuerzo tenaz por alcanzar la primera posición, cruzó la línea de meta con una diferencia de 2 segundos y 7 décimas respecto al líder, asegurando así una brillante segunda posición para el equipo AF Corse y consolidando su estatus como uno de los pilotos más destacados en la competición.
Su desempeño fue una oda a la perseverancia y al espíritu competitivo, dejando una huella imborrable en las 24 Horas de Daytona.
Doble podio español
Pero la gesta de los pilotos españoles no se limitó a la destacada actuación de Molina. Albert Costa, compitiendo en el mismo escenario y compartiendo la categoría GTD, se sumó al espectáculo al conquistar la tercera posición en su Ferrari 296 GT3 número 34. En un emocionante sprint final, Costa defendió con tenacidad su posición frente al Ferrari de Alessio Rovera, asegurando el doble podio español en una competencia repleta de giros y momentos emocionantes.
En resumen, las 24 Horas de Daytona 2024 no solo fueron un testamento de resistencia y habilidad automovilística, sino también un escenario donde Miguel Molina brilló, llevando a su equipo a un nuevo podio y dejando una marca imborrable en la historia del automovilismo deportivo.