La mañana de este sábado 23 de noviembre, cerca de un centenar de vecinos protagonizaron la “Marxa per la C-63”, una movilización pacífica para exigir una red de carriles bici que garantice la seguridad de peatones y ciclistas en esta concurrida carretera. Convocada por Activa Vidreres y el PSC Vidreres, con el respaldo de diversas asociaciones vecinales, la marcha evidenció las tensiones entre el Ayuntamiento de Vidreres y los organizadores, quienes denunciaron intentos de boicot y falta de voluntad política para resolver un problema que consideran prioritario.
Un trayecto simbólico
La protesta comenzó a las 11:00 h desde la urbanización Aiguaviva y recorrió puntos clave como Puigventós y Terrafortuna. Otro grupo partió desde La Goba a las 11:30 h. Ambas columnas confluyeron en el pabellón de Vidreres, donde los organizadores leyeron un manifiesto en defensa de una movilidad sostenible y ofrecieron un vermut popular.
La marcha estuvo controlada por los Mossos d’Esquadra y la Policía Local, quienes gestionaron el tráfico durante el recorrido. A pesar de ello, se registraron importantes retenciones que se extendieron por más de una hora en la C-63, una vía que ya enfrenta complicaciones por las obras en curso.
Boicot y críticas cruzadas
Los organizadores denunciaron públicamente que el gobierno local, liderado por Jordi Camps (Junts per Vidreres), intentó sabotear la movilización retirando carteles de convocatoria y deslegitimando la marcha en redes sociales. “Hemos vivido una situación bochornosa, pero esto no nos va a detener. Seguiremos luchando por una infraestructura que salve vidas y una movilidad más justa para todos”, declararon los portavoces.
Por su parte, Camps calificó la marcha de “irresponsable”, argumentando que las obras actuales en la C-63 incrementan los riesgos para los participantes y el resto de conductores. En un comunicado, subrayó que el Ayuntamiento “mantiene su compromiso con proyectos de movilidad segura”, pero criticó la decisión de los organizadores de seguir adelante con la protesta pese a sus advertencias.
Un clamor por seguridad y cohesión urbana
Lluís Campmajó, portavoz de Activa Vidreres, señaló que el aislamiento de los barrios del municipio es un problema estructural. “No hay vías seguras para llegar al centro, lo que obliga a muchos vecinos a arriesgarse en los arcenes de la C-63 y la C-35. Es un sinsentido que, mientras se construyen tres nuevas rotondas, no se contemple ningún carril bici”, afirmó.
La propuesta presentada por Activa Vidreres incluye la creación de una red de carriles bici en tres fases. La primera etapa buscaría conectar los barrios periféricos con el núcleo urbano de Vidreres, mientras que las siguientes ampliarían las conexiones hacia Lloret de Mar y Llagostera. Para ello, sugieren medidas inmediatas, como habilitar carriles provisionales en los arcenes existentes y añadir separaciones físicas en las vías de mayor riesgo.
Un debate que se intensifica
La “Marxa per la C-63” ha puesto de relieve no solo la necesidad de infraestructuras más seguras, sino también la creciente fractura entre el gobierno municipal y sectores de la ciudadanía. Aunque la protesta se desarrolló sin incidentes graves, su impacto en el tráfico y las críticas del Ayuntamiento dejan claro que el camino hacia una movilidad sostenible en Vidreres estará marcado por tensiones políticas y sociales.
Los vecinos, sin embargo, parecen decididos a no ceder: “Esta marcha es solo el comienzo. Queremos un municipio que priorice la seguridad y la calidad de vida de todos, y no vamos a parar hasta conseguirlo”, concluyó Campmajó.