Relatos del gran apagón: “Nos quedamos 11 horas en mitad de la nada”, una pareja de Lloret lo vivió atrapada en un tren

Hoy se cumple una semana de aquel lunes 28 de abril, cuando un tremendo e histórico apagón dejó sin suministro eléctrico a toda la península ibérica, afectando no solo a viviendas y comercios, sino también a infraestructuras clave como el transporte ferroviario. Entre los afectados, Marcelo Cózar, vecino de Lloret de Mar, vivió junto a su esposa una experiencia que muchos describirían como angustiante: quedaron atrapados dentro de un tren mientras viajaban, sin información clara y en medio de la incertidumbre.
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Ya en casa, hoy hablamos con él para conocer de primera mano cómo se vivieron esos momentos, qué tipo de asistencia recibieron y cómo una situación así puede cambiar la percepción que tenemos sobre la seguridad y fiabilidad del transporte público.
–Marcelo, ¿dónde os encontrabais exactamente cuando comenzó el apagón?
Estábamos viajando en tren, a 10 km de la estación de Las Delicias, en Zaragoza. En el tren OUIGO 06501. Íbamos en dirección a Sants (Barcelona). Estuve tres días en Sevilla para la final de la Copa del Rey y, el domingo, me quedé en Madrid para asistir con mi mujer al evento de entrega de los Premios Latino del Cine.
Sobre las 12:30 noté que el tren frenaba lentamente hasta detenerse por completo. Los pasajeros y nosotros mismos reaccionamos con tranquilidad, pensando que era un simple problema. No se generó ninguna preocupación ni tensión al principio.
–¿Se recibió información clara por parte del personal de la compañía?

Recibimos información primero por altavoz, anunciando un pequeño problema sin especificar. Más tarde, el personal fue informando que no había electricidad debido a un apagón general. Todos los pasajeros estábamos al corriente del problema gracias a la información que recibíamos en nuestros propios dispositivos. De la compañía Adif no recibimos ninguna información.
–¿Os ofrecieron alguna solución o alternativa para continuar el viaje o evacuar el tren?
No ofrecieron ninguna alternativa, ya que no se conocía el alcance real del problema. Tras dos horas parados y encerrados, nos permitieron salir del tren para poder estar al aire libre y hacer nuestras necesidades básicas (los baños del tren quedaron inutilizados).
El tren, de 16 vagones, estuvo detenido desde las 12:30 hasta las 23:30, momento en que fue remolcado hasta la estación de Las Delicias.
–¿Proporcionaron agua, comida o algún tipo de atención durante la espera?
Sí, el personal nos facilitó agua al principio para todos los viajeros, y después empezaron a racionarla. En cuanto a la comida: un Kit Kat para cuatro personas y una “chuche”. Yo mismo los repartí entre los viajeros; me hicieron responsable del vagón 3.
El personal estuvo atento y nos fue informando que desde Adif no sabían cómo iba a resolverse la situación. También contamos con la ayuda de cuatro patrullas de la Guardia Civil, que estuvieron con nosotros desde las 15:00 atendiéndonos.
–¿Cómo habéis vivido personalmente la experiencia? ¿Habéis sufrido consecuencias posteriores ?
Lo vivimos con tranquilidad, ya que sabíamos que era un problema general en toda España. Estuve en comunicación con mi familia y amigos. No me sentí desamparado ni enfadado porque había buen ambiente con los demás viajeros: comentábamos situaciones y pasamos momentos de risas.
¿Consecuencias? Sí. Tuvimos que hacer noche en un hotel en Zaragoza y, al día siguiente, vinieron a buscarnos mi hija y su pareja. Pudimos regresar a casa el martes por la tarde-noche. Primero fuimos a recoger el coche a la estación de Sants para poder volver a Lloret. En el ámbito laboral no tuve problemas, pude “teletrabajar” soy empresario y estuve trabajando con mi dispositivo.
“Nos quedamos parados en mitad de la nada”
–¿Tenéis alguna anécdota o incidente que os haya quedado grabado?
Una anécdota fue que mi mujer, a media tarde y debido a que pisó una piedra, sufrió un pequeño esguince. Al principio el dolor era leve y le costaba caminar, pero sobre las 20h apenas podía moverse y tenía el tobillo inflamado. Por eso, un médico y la Guardia Civil decidieron trasladarla en coche al Hospital Clínico de Zaragoza. Fueron los voluntarios o vecinos quienes trasladaban a los pasajeros más vulnerables: niños, bebés, personas mayores o con problemas de salud. Más tarde, me trasladaron a mí también al hospital para estar con ella.
Durante todo este tiempo no vino el Ejército, ni ambulancias, ni trajeron comida. Esto fue lo peor: después de tantas horas, la gente se sentía desamparada y sin ayuda.
Para acabar, antes de mi traslado, tuve que encargarme de repartir la merienda-cena que trajeron unos voluntarios (tuvieron que abrir la valla de seguridad) para entregarnos paquetes de galletas y botellas de agua. Mi misión como voluntario fue repartir galletas de chocolate y un vaso de agua por persona a mis compañeros del vagón 3.
–Y para terminar, Marcelo, ¿cómo valoras la respuesta de Renfe, Adif o las autoridades ante esta situación?
Simplemente nefasta su gestión, fue muy pésima… como siempre en estas situaciones.