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Carta al Director | La herida invisible del Día de la Madre: “Cuando a tu hija le hacen creer que eres la villana”


Carta al director Especial Día de la Madre:

Con motivo del Día de la Madre, compartimos el testimonio de una vecina de Lloret que ha querido alzar la voz por tantas madres silenciadas. En su carta, dirigida a los lectores de Lloret Gaceta, relata con valentía el dolor invisible que atraviesa desde hace años: el de ser apartada emocionalmente de su hija sin que la justicia lo reconozca, víctima de una forma de maltrato tan sutil como devastadora.

Hola. Me llamo Sabrina Valentina…

…hace ya, muchos años, que llegué a Lloret, llegada desde Argentina, donde nací. Me gustaría contarles una historia que, aunque parece sacada de una novela, es tristemente real. Hace muchos años llegué a Cataluña y me enamoré perdidamente de un gran hombre de aquí. Sin embargo, desde el principio, su familia me rechazó. Fueron cinco años muy duros, donde cada paso que dábamos juntos parecía herir el orgullo de su madre.

Los domingos me quedaba sola en casa, porque al parecer, no era “digna” de sentarme en su mesa familiar. Me decía que no era un problema que fuera extranjera, sino que no quería que se casara, ni con una española. Hablaban de mí delante mío en tercera persona. El que más sufría en ese momento era él, atrapado entre dos amores: el de su madre y el mío.

Mi verdadera pesadilla

Con el tiempo, me quedé embarazada. Fue ahí cuando iba a comenzar mi verdadera pesadilla. Su familia hizo todo lo posible para evitar que tuviera a mi bebé. Recuerdo a mi suegra pidiendo cita para abortar cuando yo ya estaba de tres meses de embarazo. Incluso tuve que escuchar a su ginecólogo, al que consideraba un ‘gran profesional’ (y a mí me extrañaba ese regalo), la sugerencia de que valoráramos no tener la criatura. Mi cuñada, supuestamente más cercana, me dijo que me pensara que abortar sería “un punto a mi favor con sus padres” yo más que nada deseaba ser aceptada, sentarme en esa mesa. Aun así aposté por el amor y seguí adelante con mi embarazo.

Mi hija nació, y durante sus primeros años fui su principal cuidadora. Su padre trabajaba muchas horas y yo muy pocas, y la criamos con muchísimo amor. Pero cuando tenía casi 5 años, la familia consiguió lo que quería: separarnos, enemistarnos. Me enfrenté a una demanda contenciosa de custodia compartida, a pesar de él no poder encargarse de la niña en su día a día, el juicio se celebró en un momento y con testigos afirmando lo padrazo que era, yo no llevé testigos… no entendía de leyes. Cuando salió la sentencia, custodia compartida por semanas, estuve 45 días separada de mi pequeña, lo que marcaba la ley. Sentí morir, nunca antes nos habíamos separado un solo momento.

Durante ese tiempo, mi hija en sus semanas quedaba principalmente al cuidado de su abuela. Esa mujer empezó a manipular fina y sutilmente su cabeza: le decía que su madre la había abandonado, que no la quería, y que no había querido tenerla. Mi hija comenzó a tener pesadillas, soñaba que me mataban, preguntaba si su madre era “mala”.

El dibujo de “la meva familia” en el colegio

Con los años, fui testigo de cómo nuestro vínculo se rompía. Siempre estaba enfadada, me despreciaba, rechazaba mi casa, mis costumbres, mi acento, todo le molestaba. En el dibujo de “la meva familia” aparecían solo su papá y su abuela, yo no existía, qué dolor tan grande, nadie le dio importancia. Con los años me dijo que creció gracias a que su abuela le había hecho de madre. Me culpaba de todo: por haberla tenido joven, por el daño que le había hecho a su familia, por hacerle la vida “infeliz” pero me dio las gracias por haberme separado de su padre y solo amargarle la vida a ella.

Siempre fue una “niña maleta”, pasando de una casa a otra, expuesta a comparaciones constantes y odiosas: ellos eran los buenos, los correctos, y nosotras, la vergüenza. Con los años terminó escondiéndonos. Le repetían continuamente improperios; “Tu madre esto, tu madre lo otro.” Qué tristeza. Llevamos años así. Yo siempre intenté protegerla de mi versión, porque no quería hacerle lo mismo y que sufriera por las dos partes. No quería que viviera entre versiones enfrentadas. Pero ahora me doy cuenta de que ella ha crecido creyendo todo lo que le contaron desde pequeña.

Recuerdo el día en que me dijo llorando que por fin me había defendido frente a su abuela, aún me explicaba esas cosas, esta y por primera vez su papá la defendió, ¿La consecuencia?, Que amenazaron con desheredar a su padre. Ese tipo de presión emocional constante ha dejado huella en la pequeña. Durante años no entendía por qué me trataba así. Hoy, con 15 años, lleva el adoctrinamiento de que la he abandonado, de que no la he querido. Y dice que me quiere mucho, pero que necesita alejarse.

Alienación parental

Esto tiene un nombre: “alienación parental”, una forma de maltrato psicológico en la que un adulto manipula a un menor para que rechace a su otro progenitor, distorsionando sus recuerdos y destrozando vínculos afectivos. Normalmente, ocurre entre padres recientemente separados, pero en mi caso, fue un tercero quien sembró este odio y poco a poco lo llevó a cabo.

Me duele en el alma. Yo sé que no es culpa de ella, que es, el resultado de años de manipulación, y lo entiendo. La han usado de arma. Pero nadie te prepara para el dolor de sentirte rechazada por tu propio hijo. El sistema legal no contempla estas situaciones. A día de hoy, seguimos teniendo la custodia compartida, pero ella ya no quiere venir a casa. Así que ahora, paradójicamente, “se incumple” la sentencia.

Tengo otra hija, que no entiende bien qué está pasando, pero se da cuenta de que sufro y ve cómo de repente nuestra pequeña familia se está desmoronando, ahora él también nos rechaza, “está protegiendo a su niña” y tristemente también lo entiendo. Jamás imaginé que se podía sentir un dolor tan profundo por el desprecio de un hijo al que has criado con tanto amor. Me consuela saber que he hecho lo correcto: no pagar con la misma moneda, no enfrentarla con su familia. Tal vez algún día pueda contarle mi historia, cuando quiera escucharla y pueda entenderla.

Gracias por leerme. Simplemente, quería contar lo que estamos viviendo porque muchas veces se habla de los padres o madres que no permiten ver a sus hijos. Pero rara vez se cuenta lo que ocurre cuando el daño viene desde otro lugar. Y se hace sin ruido. Sin huellas. Pero con cicatrices invisibles que marcarán para siempre la mente y el corazón de un niño.

Hoy es el Día de la Madre. Para muchas será un día de flores, llamadas y abrazos. Para otras, como yo, es un día de silencio y ausencia. De recuerdos dulces mezclados con un dolor profundo que no se puede explicar con palabras. No todas las madres están lejos de sus hijos por decisión propia. Algunas hemos sido desplazadas lentamente, gota a gota, sin darnos cuenta por manipulaciones que van dejando cicatrices invisibles pero a futuro imborrables.

La alienación parental existe, y sus consecuencias son devastadoras. Rompe vínculos, roba infancias, destroza familias y condena a madres e hijos a una distancia emocional que muchas veces ya no se puede recuperar. Hoy solo quiero pedir que se hable más de esto, que se mire más allá de los papeles legales y las sentencias frías. Que se escuche también a esas madres que han perdido a sus hijos sin haber cometido ningún delito. Que defiendan a sus hijos cuando la intuición les diga que alguien les está haciendo daño. Sea quien sea. Creo que la alienación parental es un problema que requiere, además de ser reconocido por la ley, una solución integral y multidisciplinaria, que involucre a profesionales de la salud mental, jueces y legisladores.

Porque ser madre no es solo haber parido y cumplir con lo que la ley establezca: Ser madre es estar, cuidar, sostener, amar incluso cuando todo se rompe. A pesar de todo, siempre seré tu madre. Y Aquí estoy, esperando que pase el tiempo sin poder disfrutar el presente, esperando siempre volver a verte. Aquí estoy amándote en silencio y luchando por reconstruir el vínculo y el tiempo que nos robaron. Nunca voy a bajar los brazos amor, y cuando llegue el día que mires hacia atrás, puedas decir: ahí estuvo siempre mi Mamá. 

Feliz Día de la Madre para todas las madres del mundo entero.  

2 Comentaris

  1. Yo lo siento mucho, pero este intento de vincular a alienación parental – que, aclaro ahora mismo, SÍ EXISTE. démosle el nombre que queramos, a pesar de los intentos de negación por parte del feminismo radical – con las madres es un auténtico despropósito. Aparte del propio niño, la principal víctima de la alienación parental es el PADRE VARÓN, que es el sujeto alienado en la abrumadora mayoría de los casos. Ojo, no soy yo el que intenta meter un sesgo de género aquí, sino que el enfoque de la carta y de la intención de su publicación es la de recordarnos lo mal que lo pasan las MADRES, por lo visto de forma exclusiva ya que no se hace mención alguna del padre y se intenta aprovechar el Día de la Madre para introducir e intentar validar (falsamente) el sesgo.
    La alienación parental es algo que sufren PERSONAS por culpa de su pareja o ex pareja, que utiliza a sus hijos de forma vicaria (otro término mal utilizado de forma sesgada con intenciones políticas claras) como armas para ejercer poder/control, sin importarle las devastadoras consecuencias que tiene su actuación sobre el bienestar mental de sus propios hijos.

  2. Aclarar que, como dice la autora, el alienador principal también puede ser otro miembro de la familia (en este caso, al parecer, la abuela), pero estos casos son minoritarios. Si bien los familiares pueden intervenir en apoyo de uno u otro progenitor, en la abrumadora mayoría de casos la alienación se produce por parte de la madre contra el padre. Las estadísticas así lo demuestran, aunque se tenga que recurrir a estudios internacionales ya que en España se niega la existencia de la alienación parental por motivos completamente espurios.

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