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Miguel Molina consigue una pole histórica en las ‘24 horas de Le Mans’, y una serie de infortunios hace desvanecer el podio

Este pasado fin de semana se ha celebrado la edición más esperada de las 24 Horas de Le Mans. La mítica carrera de resistencia cumple 100 años, y en su espectacular parrilla de salida se ha contado con tres pilotos españoles, divididos en las tres categorías que compiten. Hoy nos centramos en nuestro protagonista: Miguel Molina, de Lloret de Mar, que competía en la máxima categoría (Hypercar) en la mítica competición. Lo hacía por primera vez después de participar en seis ocasiones con categorías inferiores. 

Debutaba entonces Molina en Le Mans con la categoría estrella junto a sus compañeros de equipo: el italiano Antonio Fuoco y el danés Nicklas Nielsen, con su espectacular “macchina”, el número 50 de los Ferrari 499P. Lo hacían por la puerta grande y no pudieron hacerlo de mejor manera, haciendo pole el día antes de la carrera consiguiendo el mejor tiempo antes de las 24 horas de la prueba francesa.

Los medios hablaron de este hito histórico:

La carrera 

Sin duda, la carrera de resistencia más dura del panorama automovilístico, se presentaba todo a favor del deportista de Lloret de Mar y si equipo, pero en las 24 horas de dura conducción, pueden presentarse infinidad de contratiempos, y el destino tenía guardado varios de ellos para el equipo de nuestro protagonista.

La noche de la competición fue dura con Miguel Molina y el resto de pilotos del Ferrari 50. Después de haber sobrevivido bastante bien a las intensas primeras 10 horas, el 499P del de Lloret, se quedó sin opciones poco después de las dos de la madrugada… por un absurdo cúmulo de casualidades.

Todo empezó a la 01:51h, cuando los mecánicos de Ferrari tuvieron que empujar el coche del equipo al interior del box para efectuar reparaciones por una fuga de líquido. En ese momento, el 499P se disputaba el tercer puesto y empezaba el calvario para el equipo.

Antonio Fuoco (compañero de Molina) estaba en ese momento en el 499P cuando, tras terminar el coche de seguridad provocado por el accidente que eliminó al Toyota nº 7, tuvo que entrar por sorpresa a su garaje para reparar. Los mecánicos se afanaban en la parte delantera del vehículo, donde se había provocado una avería por verdadera mala suerte.

Una piedra había roto el radiador del ERS y comprometía la integrirdad de ese elemento, que se estaba sobrecalentando. No era una reparación sencilla y se perdieron en ella seis vueltas… y todas las opciones de victoria para el nº50 de Ferrari y para el español Miguel Molina.

Finalmente el equipo acabó en quinta posición en esta frenética carrera, consiguiendo un hito y haciendo historia en la clasificación (pole) y por infortunios del destino no pudo culminarse con un podio en la competición de las 24 horas.

Clasificación

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