Hoy tenemos el testimonio de un vecino de Lloret de Mar del que hablamos hace un tiempo, por su iniciativa empresarial en Argentina, donde creó un resort de vacaciones inspirado en nuestra población. Hoy, al hablar nuevamente con Diego Lescano, descubrimos una etapa de su vida que le causó profundo sufrimiento. Diego nos narra los hechos tal y como los vivió, en relación con la violencia de género.
Soy Diego Lescano y esta es mi historia…
Es una impotencia como a día de hoy muchas mujeres sufren la lacra de la violencia en el hogar, y decenas de mujeres son asesinadas cada año en España en manos de su pareja o ex pareja. Cabe destacar que aplaudo y apoyo la celebración de este día reivindicativo, el 25N (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres). A mí me tocó intervenir en varias ocasiones en la discoteca y en la calle, defendiendo a mujeres que vi siendo agredidas. Siempre he estado dispuesto a actuar en defensa de ellas porque detesto la violencia en el hogar; la sufrí personalmente, y también la sufrió mi madre. Es una pena las mentes enfermas que llevan a cometer semejantes atrocidades y esto tiene que parar, pero hay que tener en cuenta, que existen casos como el mío, que el sistema nos convierte en delincuentes y una lacra para la sociedad siendo inocentes.
“Sin embargo, no es justo que en infinidad de casos, una simple declaración de una mujer sin fundamento ni pruebas lógicas y sin juicio, pueda llevar a un hombre a la cárcel.”
A principio del 2007, la que entonces era mi esposa (ahora ex) dejó nuestro hogar porque se involucró sentimentalmente con un compañero de trabajo. Se llevó a nuestra hija, y nunca supe dónde vivían realmente. Incluso intenté denunciarla por secuestro ante los Mossos de Girona, pero la respuesta fue: “La niña está con su madre.” A esto respondí que, si hubiera sido al revés, me buscarían no solo los Mossos, sino también toda la policía española, pensando que me habría llevado a la niña a mi país natal, Argentina.
En agosto de 2007 retomamos la relación, en parte porque aún la quería, pero sobre todo por mi hija. Sin embargo, noté su distanciamiento en diciembre de ese año y actitudes extrañas entre enero y febrero de 2008, hasta que llegó el fatídico lunes 12 de mayo de 2008 a las 18:30 h. Ese día, delante de todos mis vecinos, los Mossos me detuvieron, acusándome de maltratador…
Día 12/05/2008: Así comenzó mi infierno
Al bajar del coche, los Mossos me arrestaron por violencia machista. Pasé toda la noche detenido. A la mañana siguiente, querían que declarara ante ellos, pero me negué y fui llevado ante la jueza del juzgado de la mujer. La abogada defensora me acusó de golpear brutalmente a mi esposa, y la fiscal pedía una pena de cárcel de tres años. Mi abogado solicitó el parte de lesiones de la víctima, pero no había ninguno. Después, pidió que un médico forense revisara a mi ex, y la forense declaró que no presentaba ni el más mínimo signo de violencia. La jueza dictó medidas cautelares: orden de alejamiento, abandono del hogar y visitas supervisadas una vez al mes con mi hija en el “Punt de Trobada” hasta que se resolviera el juicio penal.
Consecuencias:
Todo el dinero que tenía en casa, en la cuenta compartida, mis pertenencias, mi casa, y lo más valioso: mi hija, lo perdí en ese momento. Terminé durmiendo en el coche. Durante un año y medio, hasta que se celebró el juicio penal, hubo otros juicios porque mi ex esposa no respetaba las medidas respecto a mi hija. Todos esos juicios los “gané”. Continuamente, sin motivo alguno, la policía me paraba una y otra vez. No entendía el por qué.
6/02/2009 – Los Mossos me citan en la comisaría de Salt
Me dijeron que quedaría detenido por romper la orden de alejamiento esa mañana a las 10 h en Carrer Riu Freser de Girona, con el coche blanco de la empresa. Les demostré, con tickets de peaje, comida y teléfono, que no estaba en Girona, sino en Mataró. Además, era imposible que estuviera con el coche blanco de la empresa, porque ya llevaba dos meses usando un coche negro. Peor aún, mi ex esposa no vivía en Riu Freser desde diciembre de 2008, cuando entregó las llaves a la inmobiliaria, y yo lo sabía porque el contrato estaba a mi nombre y me habían llamado desde allí. Los agentes, al comprobar todo esto, me dijeron: “Parece que fue un error. Estaría nerviosa.”
Noviembre de 2009 – Juicio penal
Demostré que no había hecho nada. “Gané” el juicio, pero perdí mi vida: más de 120.000 € entre efectivo y bienes materiales. Y lo peor de todo: perdí a mi hija. Fueron 14 juicios en total, todos ganados, pero todo ese tiempo fue perdido, lleno de sufrimiento, dolor, angustia, llanto, desolación y humillación por parte de la gente. Los intentos de suicidio surgieron al ver cómo mi vida se venía abajo, como un castillo de naipes.
28/12/2009 – Sentencia firme
Recibí la sentencia firme que decía que yo no había hecho nada. Le reclamé a la jueza: ¿Quién me devuelve lo que perdí? Su respuesta fue que “había ganado mi libertad.”
A través de amigos en los Mossos, comenzamos a investigar la persecución que sufría, ya que me paraban constantemente. Descubrimos que el número de TIP (Tarjeta de Identificación Profesional) de la actual pareja y padre de la hija de mi ex esposa coincidía con el del Mosso que había tomado la denuncia contra mí. Intenté que se investigara y que se me compensara por los daños sufridos debido a una denuncia falsa y la persecución policial, pero no logré nada.
Mi mensaje final:
Solo deseo que todas las mujeres que sufren maltrato real no duden en denunciar. Que no tengan miedo a hacerlo y pidan ayuda a todos los que las rodean. Pero también pido a la justicia que proteja al hombre y su honor, porque es muy duro pasar por una falsa denuncia.
Destrucción:
Querer suicidarme dos veces por no saber encontrar la salida. En el trabajo, en el fútbol, en el colegio de mi hija me hicieron un vacío una y otra vez, tratándome con desprecio. Después de dos años, la directora me llamó para pedirme disculpas, ya que se dieron cuenta de que no era como ellos pensaban.
Lógicamente, casi toda su familia se alejó de mí, salvo su padre, que estuvo a mi favor siempre. Estaba solo. Podría haber marchado a Argentina, donde lo tenía todo, pero decidí que prefería vivir bajo un puente, si fuera necesario, esperando sentir el calor del amor de mi hija y que viera que su padre lucharía por ella, cueste lo que cueste. Pero no sucedió así. Esperé hasta sus 18 años, y recién entonces decidí que era momento de vivir mis sueños y forjar un futuro mejor en Argentina.
Después de esta declaración, que nos ha transmitido Diego, desde Lloret Gaceta hemos querido plantearle algunas cuestiones:
– Ante la impotencia de una falsa denuncia, ¿qué se puede hacer y qué consejos puedes dar?
Nada realmente. Un hombre pierde los derechos ante un “Juzgado de la mujer”. La humillación que uno siente, el dolor, el vacío, la desesperación, esa angustia que te lleva a querer quitarte la vida porque no ves salida. Ver cómo tu hija está bajo el cuidado de otro hombre y no puedes hacer nada al respecto…
Ojalá hubiese sabido darle más tiempo de calidad a mi hija después de todo lo que pasó, pero no supe cómo llevar adelante algo que te destroza la vida, ya que el sistema se vuelve en tu contra, y a los ojos de los demás eres lo peor.
Pierdes tus derechos y nunca prosperaron mis reclamos, ya que mi libertad “ganada” debía ser suficiente, según la jueza… ¿y mi hija? ¿Y los daños y perjuicios? ¿Y mi dinero? ¿Y mi honor? Sientes que no vales nada. Ver cómo se ríen de ti una y otra vez es una tortura.
Aconsejar es muy difícil, ya que cualquier cosa puede ser utilizada en tu contra.
A las mujeres les diría que usen la razón y que, ante cualquier tipo de violencia real, sea psicológica o física, denuncien sin temor. Actúen rápido y ejerzan sus derechos, pero que no utilicen las denuncias falsas como herramienta de ventaja legal, aunque no les haya pasado nada.
– Diego, ¿cómo te sentiste y cómo te sigues sintiendo ahora?
Mientras hablo de esto, mis ojos se llenan de lágrimas y tengo un nudo en el pecho que es difícil de explicar. Hoy le pido disculpas públicamente a mi hija, porque no supe llevar la situación. Tenía miedo hasta de estar solo con ella en casa, miedo a que mi ex se inventara algo peor. Pero siento que no la abandoné; me quedé en un lugar hostil para mí, para estar cerca de ella, teniendo la ilusión de que llegará el día en que quiera compartir más tiempo conmigo, aún sigo esperando.
Diego Lescano, una reflexión en este día 25 de noviembre, especialmente:
«Creo que se deberían poner más medios al alcance de las personas que pasan por algo así.
Profesionales que ayuden a hacer más llevadero el proceso…. Porque realmente estás solo y es difícil gestionar todo lo que te pasa a una velocidad tan alta».