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Columnas de Opinión | Lloret del exceso a la excelencia

Este no es un texto para recrearse en el pasado o cómo ordenar lo que ya tenemos. Es una propuesta de identidad. Un mapa para que Lloret deje atrás el turismo barato y se convierta en un destino de calidad.

Lloret de Mar actualmente es un destino auténtico: cualquier chaval de Centroeuropa cuando llega a Lloret se encuentra exactamente lo que esperaba encontrarse, Lloret no decepciona, fiesta sin límites, sol y playa. La “marca” Lloret cumple esa promesa a la perfección.

Pero esa autenticidad es una trampa donde quedan atrapados muchos destinos turísticos. Ser auténtico es ser fiel a uno mismo, y eso te convierte en un prisionero, una versión tuya que nunca cambia. Eso le ha pasado a Lloret, ha quedado atrapado en una identidad que le impide evolucionar.

La vacuna es la programación consciente. Programar no nos convierte en robots; al contrario, es la llave para entender cómo funciona el mundo y, lo que es más importante, nos da el poder de imaginar cómo podría funcionar de otra manera. Nos hace avanzar.

Para programar un futuro nuevo, necesitamos una historia honesta. Y la tenemos. La iniciativa “Quan érem negrers” nos entrega ese código, la narración de los “Americanos”, despojada de mitos, mostrando la riqueza construida sobre un sistema esclavista. Una historia de una Cuba donde, como se dijo, solo había amos y esclavos, sin rastro de humanidad.

La humanidad

Para entender el valor y el peso de esa historia indiana hay que situarla en su época, en un mundo que empezaba a hablar de humanidad universal mientras seguía construyendo imperios sobre la esclavitud.

En el siglo XVIII, la Ilustración es la que inventa y promete un círculo universal e inclusivo. Nació el concepto moderno de “humanidad”. Antes, los poderes emanaban de Dios o del Rey; ahora residen en el “hombre” universal. Ya no importaban el linaje o el gremio, lo que importaba era tu pertenencia a la especie humana.

Pero en el siglo XIX se traiciona lo creado el siglo anterior. Las élites se apoderan del concepto “humanidad” y dibujan, según sus intereses, su propio círculo mágico. Los que están dentro tienen derechos, alma, dignidad. Los que son expulsados fuera del círculo pueden ser explotados, comprados, vendidos, encarcelados o asesinados. Son los “no-humanos”.

La herida

Lloret, como tantos otros pueblos de Europa, estuvo dentro del círculo protegido, prosperando gracias a un sistema que deshumanizaba a otros. Hoy la historia nos abre los ojos, y observamos el drama. De esta herida puede nacer una fuerza nueva: convertir la culpa en relato, y el relato en oportunidad de futuro. Debemos heredar esa identidad, demostrar a nuestros turistas que no vamos a girar la cabeza.

Pero una vez que hemos mirado la herida, la pregunta más importante sigue en el aire: ¿qué hacemos? Ser pragmáticos, dejar las emociones a un lado, construir una nueva identidad poderosa, sin vergüenzas, reparadora. Ha llegado el momento de escribir un guion nuevo, no solo para el visitante, sino para nosotros mismos.

No se trata de justificar lo injustificable; la esclavitud es un crimen absoluto. Se trata de explicarlo, de educar, de entender la historia en toda su dimensión humana. No todos los indianos que volvieron lo hicieron con la misma conciencia. Hubo quien regresó solo para hacer ostentación de su riqueza, y hubo quien, quizás atormentado por un trauma moral, buscó una forma de redención construyendo hospitales y escuelas.

Es precisamente en esa contradicción, en la convivencia de la culpa y el legado, donde reside la narrativa más potente, honesta y singular que podemos contar.

Un guion para Lloret

Lo que le falta a Lloret no es dinero ni muchas infraestructuras. Lo que le falta es un relato, una narrativa emocional y cultural capaz de desplazar el turismo de borrachera y convertir al pueblo en una experiencia única y de alto valor. En otras palabras: una ficción programada.

No se trata de engañar a nadie. “Ficción” aquí significa lo que han hecho con éxito destinos de todo el mundo: transformar un lugar en una experiencia emocional. Venecia no solo vende canales y góndolas, vende romance y misterio. París no solo vende la Torre Eiffel, vende vida bohemia e historias de amor. La narrativa convierte un viaje en una experiencia memorable.

La ficción programada puede materializarse de muchas formas: desde la teatralización en hoteles “fiesta del Americano” con música cubana, vestuario y ron cremat, hasta rutas de la culpa, museos, calles y plazas ambientadas, suvenirs… que recuerden la historia. Todo esto convierte la historia indiana en una experiencia viva y única.

Aquí es donde Lloret se juega su futuro. Porque puedes tener las mansiones modernistas más espectaculares, los jardines más exuberantes y el cementerio más singular de la costa. Pero sin un relato que los una, solo tienes una colección de postales, no un destino.

Para entender cómo se construyen estas ficciones y planificaciones, debemos aprender de quienes supieron crearlas. Benidorm e Ibiza, dos modelos radicalmente distintos, nos ofrecen las claves.

El plan de Benidorm (la programación)

Benidorm no nació, se construyó. En los años 60, Benidorm era un pueblo pesquero. En una década, gracias a una visión audaz, liderada por el alcalde Pedro Zaragoza, pasó a ser un destino de masas, con urbanismo vertical, promoción agresiva, negociaciones directas con Franco para permitir el bikini… todo meticulosamente calculado. Su modelo entró en crisis a mediados de los 80, pero volvió a reinventarse en los 90 con la misma fórmula: planificación, colaboración público-privada y grandes inversiones en ocio e infraestructuras. Aqualandia, Mundomar, Terra Mítica, Terra Natura, festivales, carreteras, variantes, circunvalaciones… Benidorm sobrevivió porque nunca improvisó: planificó dos veces.

El plan de Ibiza (la ficción)

Ibiza no se planificó, se descubrió. A mediados de los 60, una invasión pacífica de hippies y artistas transformó Ibiza sin que nadie lo programara. Allí encontraron libertad, tolerancia y un lugar soleado para vivir distinto.

Durante los 70, esta energía cristalizó en la apertura de las grandes discotecas: Amnesia, Pacha, Ku… Templos donde la banda sonora era una mezcla de funk, soul y rock psicodélico, sentando las bases de la leyenda nocturna de la isla.

En los 80 aparece la música electrónica. Los DJs inventaron el “Balearic Beat” y con él, el “people from Ibiza”, un personaje colectivo que de día era tranquilo y de noche se transformaba, un ser dual, teatral, químico, que convirtió la isla en un escenario vivo, en un mundo de fantasía. Sin haberlo planeado, Ibiza se había inventado a sí misma. Lo que empezó como contracultura acabó, en los 90 y 2000, convertido en lujo global: DJs estrella, jet-set, hoteles boutique, beach clubs exclusivos.

Para transformar un lugar y su turismo se necesita un elemento identitario singular, aunque sea pequeño. Luego, con creatividad, se puede construir alrededor una narrativa atractiva. La “ficción” inicial de Ibiza, libertad y diferencia, alimentó todo lo que vino después.

Benidorm se inventó, mientras que Ibiza se descubrió. ¿Y Lloret?

Benidorm se inventó a sí misma por planificación y gestión inteligente. Ibiza es un fenómeno cultural, una “ficción” que se originó en un momento histórico único. Las ficciones son imparables, mientras la mayoría de destinos colapsaban en los 90, la “ficción” de Ibiza la hizo inmune y la elevó a un nuevo nivel. Lloret, en cambio, lleva más de treinta años atrapado en el mismo turismo barato. El tiempo se agota.

La conclusión es clara: Ibiza nos enseña que la ficción espontánea funciona, y es imbatible a largo plazo. Benidorm nos demuestra el éxito de una programación modélica y gestionada en colaboración puede salvar un destino. Lloret necesita ambas cosas en una: una ficción programada.

El relato indiano puede ser nuestra llave ¿Por qué?

Es único: ningún otro pueblo de la Costa Brava tendrá esta historia. Begur, Palafrugell o Calonge tan solo tendrán construcciones indianas. Nosotros tendremos el relato completo.

Es culturalmente rico: atrae a un público interesado en la historia, la sociología, la cultura y en las contradicciones humanas, esas que atrapan, generan debate y fascinan. Es emocional: no es un cuento plano de “ricos que volvieron”, sino una trama de ambición, oscuridad, culpa, trauma, redención y legado.

Es honesto: no oculta el pasado, lo enfrenta. Esto genera respeto y confianza en los visitantes.

Es fundamental entender que esto no significa matar el ocio nocturno de Lloret, sino cambiar su tono. Igual que Ibiza pasó de hippies a jet-set sin dejar de ser Ibiza, Lloret puede evolucionar de la fiesta barata a una experiencia cultural con ocio de calidad, sin dejar de ser Lloret.

¿Hacemos algo ya o… esperamos?

El futuro de nuestro pueblo no puede ser el sueño de uno, sino la decisión de todos: Ayuntamiento, hoteleros, restauración, ocio nocturno, comercio, entidades culturales y la ciudadanía. Transformar nuestro pasado indiano en un relato de futuro no es una solución cerrada, sino una invitación a imaginar juntos qué queremos ser. Cuando una comunidad se atreve a mirarse de frente, surgen oportunidades que antes parecían impensables.

Lloret de Mar no sería el primer lugar en convertir un pasado incómodo en motor de futuro. Ciudades como Liverpool, antaño uno de los mayores puertos negreros del mundo, han sabido afrontar con honestidad su papel en la trata de esclavos. Hoy, su Museo Internacional de la Esclavitud y sus rutas de memoria no solo dignifican a las víctimas y educan a nuevas generaciones, sino que se han convertido en un atractivo turístico de prestigio internacional. El ejemplo de Liverpool demuestra que reconocer con valentía lo que fuimos puede convertirse en una de nuestras mayores fortalezas.

Nuestros “Americanos”, con su legado de piedra y contradicciones, nos dejaron una herencia que podemos rechazar o reimaginar. Si elegimos darle nueva forma, quizá ahora nos ofrezcan su bien más preciado: una nueva identidad, capaz de rescatar a Lloret del estancamiento y convertirlo en un destino que emocione, respete y perdure.

4 Comentaris

  1. Propuesta atrevida e interesante. Eso sí, para empezar tendremos que hablar sin tapujos de los negreros que Lloret tuvo y que siempre se ha tapado y escondido. Nunca se ha hablado abiertamente de ello. Las familias de ‘Can’ no les gusta hablar mucho de ello, dudo que les guste la idea.

  2. Buenísima propuesta! Exacto hace falta un relato con la participación de todos…! Y sobre todo sin tapujos poder hablar abiertamente!
    Ánimos!

  3. El negoci esclavista el tenien els ports atlàntics, Cadiz per exemple. Aqui, al mediterrani, del S.XV al 1830 el tenia l’imperi Otomà i els esclaus eren europeus, uns 2’5 milions crec. Tot i això “vendre” fets mal vistos avui no crec que sigui un reclam turistic interessant. No imagino la “marca españa” promocionant l’extermini de indigenes americans o la derrota a la batalla de trafalgar

    1. Quina sorpresa!! Ja tenim el comentari anti-espanyol ;) Sempre tenim l’excusa de dir que els ‘espanyols’ són ‘lo pitjor’. Mai fem res dolent els catalans ;)

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