Llega a nuestra redacción el relato de un caso vivido recientemente en un establecimiento mítico de Lloret de Mar; un negocio dedicado al arte de Toledo, que se encuentra en la Calle Venecia nº29. Fue el pasado viernes, cuando pasaban unos minutos de las cuatro de la tarde. Entraron al establecimiento dos turistas, dos hombres de nacionalidad holandesa, de raíces surinamesas y compraron una pistola de balines. Les atendió el hijo del propietario de la tienda en cuestión “Artesanía de Toledo”, Javier Villasante. Los clientes pagan y se marchan sin ningún problema y hasta aquí todo normal y hubiera sido una venta como la de cualquier momento del día, pero no fue así. Según relata Villasante, el joven que les atendió:
“El mismo día, a las ocho de la tarde, llegó al local la familia entera (ocho personas) de los hombres que compraron la pistola hacía unas horas y me reclaman que se les había roto la culata del arma.
Hablo con ellos y les digo que la pistola que yo les he vendido no es la que me traen, ya que la pistola que se llevaron a las cuatro de la tarde no tenía ni siquiera culata; conozco perfectamente todo el género, llevo toda una vida en el negocio familiar. Me enfado y les digo que se marchen y que intenten estafar a otro.
A todo esto, yo les demuestro que la pistola que traen no es la misma que compraron, y es entonces cuando uno de ellos se pone muy agresivo y toda la familia se me echa encima en actitud muy violenta. Mi padre, que vio como se abalanzaban contra mí, me intentó defender, y yo, entre zarandeos y golpes me los quité de encima como pude”. La policía local acudió al lugar, tomaron declaración y lamentablemente, todo quedará en nada. El joven afectado quedó contusionado y dolorido durante varios días imposibilitando el ir a trabajar.
“Con este testimonio quiero hacer saber lo que esta pasando en nuestra población, se debería controlar el tipo de turismo que llega. Hace muchos años que tenemos la tienda en Lloret y nunca nos ha pasado algo parecido. Es una pena la inseguridad en la que vivimos por culpa de este tipo de turismo.
Tengo amigos y comercios vecinos de nuestra transitada Calle Venecia, que me cuentan que en sus negocios también han tenido problemas con este tipo de turismo durante este fin de temporada. Como ejemplo, en varios restaurantes usan la misma táctica para no pagar la cuenta: piden carne y se quejan de que está mal cocinada, que está fría, y cualquier excusa para alterar el ambiente y huir. O sea, que no sólo lo intentaron conmigo.”
Javier quiere recalcar que: “en general, estos grupos vienen y se comportan como les da la gana y cuando se requiere a la policía, a penas les llaman la atención y “se van de rositas”.
El testimonio de esta familia de comerciantes parece ser que no se trata de un caso aislado. Y hay un run run generalizado en el municipio debido a los últimos incidentes vividos y causados por estos grupos en concreto.
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