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Emprendedores | 10 años de Big Foot: conoce el secreto de un rincón familiar y precios populares que antes fue iglesia

Un café con sabor a familia y tradición

En pleno corazón de Lloret de Mar (Av. Vidreres 17) se encuentra Big Foot, un lugar que combina café, comida y una historia que hace sonreír. Detrás de este pequeño pero acogedor local está Sebastián Arrufrat, un hombre que calza una talla 48 y, según él, de ahí viene el apodo de “Pie Grande” (Big Foot). Aunque el local antaño ofrecía una amplia gastronomía, Sebastián decidió simplificar el menú y quedarse solo con café y algunos bocadillos, para centrarse en lo que más funciona para sus clientes.

Big Foot es, sobre todo, un negocio de familia. Sebastián trabaja junto a su mujer y sus dos hijas, que lo ayudan por las tardes. Según el dueño, la temporada del café empieza con el inicio de los colegios, cuando las mamás del pueblo vienen a desayunar y los clientes habituales llenan el local a lo largo del día.

La clientela, la gran familia

La clientela de Big Foot es tan diversa como entrañable. Por las mañanas, padres de colegios se apoderan de las mesas, mientras que al mediodía y por la tarde se encuentran familias, parejas y clientes mayores, como dos señoras de 94 años habituales que no faltan a su cita diaria, ya que los precios populares del establecimiento les hace sentir como en el Casal de la gent gran según los asiduos del centro comentan. El negocio florece principalmente cuando empieza el curso escolar, con horarios bastante marcados y clientes fieles que forman casi una pequeña comunidad dentro del café.

Un local con mucha historia

El local de Big Foot tiene un pasado interesante: antes de ser una cafetería, era una tienda de muebles, y antes de eso, una pequeña capilla conocida por gran parte de los ciudadanos ya que durante los años 80-90 tenía gran afluencia teniendo en cuenta su tamaño. Sebastián y su familia llevan 10 años en este espacio alquilado, y durante todo este tiempo han creado tradiciones que enamoran a los clientes: una pared de firmas, donde los que consumen 20 euros o más pueden dejar su marca y aparecer en Facebook.

“Cuando se llenaba el espacio, invitaba a los clientes a comer. Esto sucedía antes de la pandemia”

Además, cada semana realizan un sorteo divertido: los nombres de los clientes se apuntan en una urna y el sábado alguien gana desde una pizza hasta un gin tonic. Y la clientela lo agradece: los regalos no paran, algunos clientes traen bombones, galletas o, incluso, un francés llevó paté y queso. Estas pequeñas historias hacen de Big Foot un lugar único, donde la familiaridad y la diversión son parte del menú.

Futuro y planes del café

Sebastián tiene planes de ampliar la sala libre del café con una zona para jugar al billar, futbolín y un proyector para música, esperando la aprobación de la propuesta. Aunque sus hijas según le han manifestado “no piensan continuar con el negocio”, el dueño sigue disfrutando cada momento, recordando que lo más difícil fue el primer año, cuando la gente de Lloret no lo conocía y había que ganarse la confianza de los clientes.

Con diez años de experiencia, Big Foot no es solo un café; es un espacio de comunidad, risas y tradición familiar, donde cada visita deja una pequeña historia que vale la pena contar.

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