Esta semana en nuestra nota humanitaria en la Gaceta, os presentamos a Muresan Rozalia Ancuta, más conocida como Anka por muchos vecin@s de Lloret de Mar desde hace 15 años (2006), cuando nuestra protagonista, llegó por cosas del azar y quedó atrapada por su calor humano y su cultura, y tal como ella explica “No quiero cambiar para nada…Lloret es mi casa”. Donde ha vivido siempre con sus padres y su hermana, siendo una familia muy sociable y rápido se hicieron con el cariño de los vecin@s.
Anka a los 3 años de su llegada (2009), empezó a trabajar como auxiliar de enfermería en el Socio Sanitario de Lloret, siendo un pilar fundamental de la ‘Corporació de Salut’ y enseguida se ganó el afecto de los mayores que allí ha cuidado. Hasta que otra llamada del destino -como la que le hizo aterrizar en Lloret en 2006- le llevó a Uganda (país de África Oriental ) en 2017, en un principio para pasar su mes de vacaciones, pero su lado más humano y solidario y “una voz interior” le decía que su misión era estar allí para ayudar a la comunidad ugandesa y crecer emocionalmente.
Durante su primera visita al país africano, se hizo misionera, y estuvo repitiendo este viaje durante tres años, donde su mes de vacaciones lo destinaba a su misión en Uganda. Cuando al ver que esos 30 días al año se le quedaban cortos para todo lo que había por hacer allí, decidió pedir excedencia como voluntaria en el que era su trabajo en el Socio Sanitario de Lloret y empezar su gran voluntariado a 8000 km de su hogar, en un principio sin fecha de retorno, más que alguna visita como estas navidades 2021/22, donde ha estado disfrutando de su familia y se quedará unas semanas más.
Cuando le preguntamos que misión tiene en Uganda, Anka nos comenta “Soy misionera y he venido aquí para traer luz, hablarles de Dios, e intento ayudarles en todo. Construimos casas para los más necesitados, orfanatos, escuelas e iglesias, compramos comida, ropa, pagamos escuelas para los niños y les ofrecemos medicación gratuita en la clínica que tenemos los misioneros”
Desde Lloret Gaceta, aplaudimos los valores humanos de Anka, y agradecemos a que exista gente como ella, que hacen que este mundo gire más fácilmente.